Las heridas de la infancia que dejan marca en la adultez.

Las heridas de la infancia que dejan marca en la adultez.

Llamamos infancia al periodo que va desde el nacimiento hasta la adolescencia. Cada persona al ser única e irrepetible no se puede precisar el tiempo exacto en que está transitando de una etapa a otra, sin embargo, la infancia se considera que dura de 11 a 14 años aproximadamente. En la infancia, la niña o el niño están siendo “programados” por todo lo que viven en su entorno familiar y social, mientras se van desarrollando como seres bio-psico-socio-trascendentes.

Es sumamente importante esta etapa debido a que en ella se van configurando todos los aprendizajes posteriores, no sólo en lo físico sino también respecto al desarrollo de habilidades sociales, emocionales, cognitivas, motoras, etcétera, que serán la base de toda la vida de la persona.

En esa etapa la niña o niño se van mirando y conociendo a través de los ojos de mamá, papá, sus cuidadores y las personas más cercanas a ellos. A partir de ahí se va fortaleciendo o debilitando su autoconcepto y su autoestima. Por eso hay que cuidar lo que se le dice al niña-o y las experiencias que se les ofrecen para desarrollarse. Lo más importante en esta etapa es que la niña y el niño se sientan aceptados, bienvenidos, hermosos, validados…incondicionalmente amados.

¿Cuáles son las heridas de la infancia más frecuentes en las personas adultas?

Si la niña o niño percibe que no es amado por quién es, empiezan a desarrollarse ciertas heridas, incluso desde el vientre materno. Lise Bourveau habla de 5 heridas principales que puede desarrollar una persona debido a experiencias negativas en la infancia. Estas pueden ser de la herida del rechazo, de abandono, de humillación, de traición y de injusticia.

Cuando una niña-o es sometido repetidamente a una experiencia emocionalmente dolorosa o angustiante se puede ocasionar un trauma, el cual se quedará grabado en su ser, y de no atenderse oportuna y adecuadamente, se va a detonar en otras etapas de su vida. Estas situaciones van provocando en la persona tener una vida insatisfecha, sin autorrealización, con problemas de relaciones, dificultades económicas, depresión, ansiedad, y otras alteraciones que pueden llegar a ser tan fuertes al punto de reflejarse en la falta de salud física, y en casos extremos volverse en experiencias incapacitantes para disfrutar la vida.

Las conductas que se desarrollan en esas edades pueden quedar automatizadas, por lo tanto, se repiten continuamente en la adultez; un claro ejemplo de esto es que las conductas de apego que se desarrollan con los cuidadores se repiten en las relaciones con la pareja. Los efectos negativos de un maltrato y abandono en la regulación emocional de estos niños se ven reflejados en un futuro en la adultez de la persona, con la idea de que el evento pasado se repetirá.

¿Cómo ayudamos a las personas a sanar sus heridas de la infancia en Las Hormigas?

En las Hormigas contamos con un modelo integral en el que trabajamos con las niñas y los niños brindándoles herramientas para el manejo adecuado de las emociones así mismo con padres, madres y tutores para que desarrollen habilidades que les permitan acompañar el desarrollo integral de las niñas y los niños a su cargo. Así mismo trabajamos en sesiones de terapia individual, familiar y/o de pareja para que las personas tengan el espacio para reconstruir a la niña herida que se encuentra atrapada en el cuerpo del adulto.